Nos habíamos quedado a remojo, bajo los cielos grises y sobre un paisaje verde que te quiero verde...
Y esperando una ventana de buen tiempo para subir a dormir a un lago... Mientras tanto, nos dedicamos a caminar, a recorrer el lugar y a ir al taller para ver cómo evoluciona la furgo...
Mientras pasamos el rato "macreando" sufrimos el ataque de las terribles hormigas rojas (lástima no tener documento gráfico)... Bueno, el ataque lo sufre Enrique mientras hacía unas fotos a unas flores de siempreviva, y los demás nos descojonamos de la risa... Os juro que nunca había visto algo parecido.
Al atardecer decidimos ir a caminar a un glaciar que queda totalmente tapado por una morrena de rocas... Total, que no se ve el hielo, pero haberlo, haylo.
El río que baja del glaciar es muy "lechoso", con el agua rapidísima y fría muy cargada de sedimentos, de sílice, y de pequeñas burbujas de aire.
Va lloviznando mientras ganamos altura, y parece que el cielo se abre, contra todo pronóstico. Y entonces se nos esfuma la pachorra que llevábamos y todo son prisas, y carreras...
Subimos corriendo hasta la morrena lateral del Glaciar y desde arriba se ven nuestros queridos meandros. Nos cruzamos también a la subida con un par de rebecos, que nos miran desconfiados... A esas horas ya no hay nadie caminando por las montañas.
Y llueve, llueve sobre mojado, y nos mojamos bajo la lluvia... Y todo es un ciclo de días negros, noches grises y píxeles chungos en las tarjetas de memoria.
Pero llega el día D. El día D mojarse, claro.
Amanece lloviendo. pero aún así decidimos que a la tarde subiremos al lago, a dormir.
La subida al lago es agradable, superando unas zetas muy bien trazadas y por primera vez vemos las cimas de esas montañas, algunas de más de 4000 metros, coronadas de glaciares bien blancos por las recientes nevadas en altura.
Vamos parando haciendo fotos a cada pocos pasos, aunque sepamos que muchas de ellas no las llegaremos a procesar nunca... O quizás sí.
Que "en tiempo de guerra, todo agujero es trinchera". Y uno nunca sabe el nivel de desesperación a que llegará, por procesar algo nuevo.
En todo caso, nos vamos acercando al glaciar, y a nuestro objetivo... Estoy ansioso por llegar e independientemente de las fotos, pasar unas horas allí arriba. El hecho de ser un lugar que apenas se conoce (fotográficamente hablando) le da un plus a las sesiones. No sabemos las posibilidades reales del lugar.
Nada más llegar, aún queda bastante para la puesta de Sol, pero está muy nublado, y tenemos un ansia desesperada por hacer fotos, que llevamos unos días malos, y el paisaje es enorme. Así que tiramos las mochilas, sacamos el trípode y con lo grande que es el paisaje... Acabamos los tres jugando al "enredos" con las patas de los trípodes...
El desagüe del lago tiene unas vistas fabulosas y nos gusta mucho cómo el agua se pierde en las profundidades del valle. Pero el protagonista, el motivo de la excursión es un laguito minúsculo pero con mucho potencial. De nuevo nos desplegamos, para investigar toda la zona, para cuando llegue el buen momento, tener encuadres en la mente, maduros, y sólo tener que ir de uno a otro para recoger los frutos de luz que habremos cultivado...
Hasta que acabamos, otra vez, todos bien juntitos, usando las mismas piedras como primeros planos.
Nos acercamos a las tiendas a cenar y (nadie se lo imaginará) se pone a llover. Así que, resignados, nos disponemos a meternos en los sacos sin poder fotografiar la vía láctea, que debía quedar justo encima del monte del fondo de todas estas fotos.
Salgo a hacer el último pis, y ... ¡Se está abriendo el cielo!
Nuevas carreras y a buscar algún encuadre que funcione con la luz casi frontal de la Luna... Hasta que llega Enrique, y nos ilumina (involuntariamente) el primer plano con el frontal...
Yo creo que viendo que no le daba tiempo a montar la cámara antes de que se escondiera la Luna, nos quería fastidiar las fotos con la luz parásita de su frontal, pero le salió rana, la cosa...
Y a los cinco minutos, se vuelve a nublar, y vuelve a llover. Y ahora sí, nos vamos a dormir con una sonrisilla en el alma... Impacientes por el próximo amanecer...
Y esperando una ventana de buen tiempo para subir a dormir a un lago... Mientras tanto, nos dedicamos a caminar, a recorrer el lugar y a ir al taller para ver cómo evoluciona la furgo...
Mientras pasamos el rato "macreando" sufrimos el ataque de las terribles hormigas rojas (lástima no tener documento gráfico)... Bueno, el ataque lo sufre Enrique mientras hacía unas fotos a unas flores de siempreviva, y los demás nos descojonamos de la risa... Os juro que nunca había visto algo parecido.
Al atardecer decidimos ir a caminar a un glaciar que queda totalmente tapado por una morrena de rocas... Total, que no se ve el hielo, pero haberlo, haylo.
El río que baja del glaciar es muy "lechoso", con el agua rapidísima y fría muy cargada de sedimentos, de sílice, y de pequeñas burbujas de aire.
Va lloviznando mientras ganamos altura, y parece que el cielo se abre, contra todo pronóstico. Y entonces se nos esfuma la pachorra que llevábamos y todo son prisas, y carreras...
Subimos corriendo hasta la morrena lateral del Glaciar y desde arriba se ven nuestros queridos meandros. Nos cruzamos también a la subida con un par de rebecos, que nos miran desconfiados... A esas horas ya no hay nadie caminando por las montañas.
Y llueve, llueve sobre mojado, y nos mojamos bajo la lluvia... Y todo es un ciclo de días negros, noches grises y píxeles chungos en las tarjetas de memoria.
Pero llega el día D. El día D mojarse, claro.
Amanece lloviendo. pero aún así decidimos que a la tarde subiremos al lago, a dormir.
La subida al lago es agradable, superando unas zetas muy bien trazadas y por primera vez vemos las cimas de esas montañas, algunas de más de 4000 metros, coronadas de glaciares bien blancos por las recientes nevadas en altura.
Vamos parando haciendo fotos a cada pocos pasos, aunque sepamos que muchas de ellas no las llegaremos a procesar nunca... O quizás sí.
Que "en tiempo de guerra, todo agujero es trinchera". Y uno nunca sabe el nivel de desesperación a que llegará, por procesar algo nuevo.
En todo caso, nos vamos acercando al glaciar, y a nuestro objetivo... Estoy ansioso por llegar e independientemente de las fotos, pasar unas horas allí arriba. El hecho de ser un lugar que apenas se conoce (fotográficamente hablando) le da un plus a las sesiones. No sabemos las posibilidades reales del lugar.
Nada más llegar, aún queda bastante para la puesta de Sol, pero está muy nublado, y tenemos un ansia desesperada por hacer fotos, que llevamos unos días malos, y el paisaje es enorme. Así que tiramos las mochilas, sacamos el trípode y con lo grande que es el paisaje... Acabamos los tres jugando al "enredos" con las patas de los trípodes...
El desagüe del lago tiene unas vistas fabulosas y nos gusta mucho cómo el agua se pierde en las profundidades del valle. Pero el protagonista, el motivo de la excursión es un laguito minúsculo pero con mucho potencial. De nuevo nos desplegamos, para investigar toda la zona, para cuando llegue el buen momento, tener encuadres en la mente, maduros, y sólo tener que ir de uno a otro para recoger los frutos de luz que habremos cultivado...
Hasta que acabamos, otra vez, todos bien juntitos, usando las mismas piedras como primeros planos.
Nos acercamos a las tiendas a cenar y (nadie se lo imaginará) se pone a llover. Así que, resignados, nos disponemos a meternos en los sacos sin poder fotografiar la vía láctea, que debía quedar justo encima del monte del fondo de todas estas fotos.
Salgo a hacer el último pis, y ... ¡Se está abriendo el cielo!
Nuevas carreras y a buscar algún encuadre que funcione con la luz casi frontal de la Luna... Hasta que llega Enrique, y nos ilumina (involuntariamente) el primer plano con el frontal...
Yo creo que viendo que no le daba tiempo a montar la cámara antes de que se escondiera la Luna, nos quería fastidiar las fotos con la luz parásita de su frontal, pero le salió rana, la cosa...
Y a los cinco minutos, se vuelve a nublar, y vuelve a llover. Y ahora sí, nos vamos a dormir con una sonrisilla en el alma... Impacientes por el próximo amanecer...