Este pasado domingo tocaba sesión de amanecer en la Costa Brava, para mantener a la rata bajo control 8^)
Después de valorar diversas opciones decidimos ir a la Gola de Ter, la desembocadura de dicho río, en una playa que parece sin fin. En un paisaje que es como un paréntesis en la costa catalana, en la "costa brava", que aquí no lo parece...
Y justo por éso me interesa el lugar, buscando fotos algo diferentes, con otro carácter que las habituales de "rocas" que, como me dicen algunas personas de confianza, son todas iguales.
Llegamos a la playa aún muy de noche, y gracias al GPS de Marc, no nos vamos en la dirección equivocada. Desde aquí debo reconocer que mis reticencias a las tecnologías son absurdamente equivocadas... A veces.
La cosa es que llegamos y valoramos como afrontar la sesión para no pisar la arena y desperdiciar encuadres. En estos casos, los fotógrafos parecemos una avanzada militar. Llegas, te colocas a una distancia prudencial de motivo a fotografiar, agotas las ideas desde ese punto. Avanzas un paso más. Agotas posibilidades, otro paso más, etc... Asegurando cada posición. Ya que no hay vuelta atrás. Tú mismo vas "estropeando" los encuadres, con las huellas... Pasa lo mismo en los terrenos nevados, y es algo bastante estresante... Si avanzas un paso de más es posible que hayas dejado el mejor punto de vista atrás, y además, ya no puedas retroceder...
En fin. En este caso le propongo a Marc directamente de meternos en el agua, y así no pisamos la orilla de arena, y nos despreocupamos de las huellas... El agua está calentita... En caso de que sólo fuese agua. Aparte de esa inquietante, ninguna otra preocupación. Y a posteriori os puedo confirmar que no se nos han caído las uñas de los pies, ni la piel de las piernas, ni nada...
Es un buen momento para aprovechar y cambiar el registro, así que saco el tele, y me dedico a jugar con las gradaciones de tonos y las siluetas de islotes y nubes para conseguir tomas minimalistas, suaves de contraste... Bastante diferentes a cuanto suelo hacer en fotografía de paisaje.
Pero al final, gracias a unos troncos que había por allí, no puede menos que hacer alguna foto más de mi estilo, en caso de tenerlo... Creo.
Después de valorar diversas opciones decidimos ir a la Gola de Ter, la desembocadura de dicho río, en una playa que parece sin fin. En un paisaje que es como un paréntesis en la costa catalana, en la "costa brava", que aquí no lo parece...
Y justo por éso me interesa el lugar, buscando fotos algo diferentes, con otro carácter que las habituales de "rocas" que, como me dicen algunas personas de confianza, son todas iguales.
Llegamos a la playa aún muy de noche, y gracias al GPS de Marc, no nos vamos en la dirección equivocada. Desde aquí debo reconocer que mis reticencias a las tecnologías son absurdamente equivocadas... A veces.
La cosa es que llegamos y valoramos como afrontar la sesión para no pisar la arena y desperdiciar encuadres. En estos casos, los fotógrafos parecemos una avanzada militar. Llegas, te colocas a una distancia prudencial de motivo a fotografiar, agotas las ideas desde ese punto. Avanzas un paso más. Agotas posibilidades, otro paso más, etc... Asegurando cada posición. Ya que no hay vuelta atrás. Tú mismo vas "estropeando" los encuadres, con las huellas... Pasa lo mismo en los terrenos nevados, y es algo bastante estresante... Si avanzas un paso de más es posible que hayas dejado el mejor punto de vista atrás, y además, ya no puedas retroceder...
En fin. En este caso le propongo a Marc directamente de meternos en el agua, y así no pisamos la orilla de arena, y nos despreocupamos de las huellas... El agua está calentita... En caso de que sólo fuese agua. Aparte de esa inquietante, ninguna otra preocupación. Y a posteriori os puedo confirmar que no se nos han caído las uñas de los pies, ni la piel de las piernas, ni nada...
Es un buen momento para aprovechar y cambiar el registro, así que saco el tele, y me dedico a jugar con las gradaciones de tonos y las siluetas de islotes y nubes para conseguir tomas minimalistas, suaves de contraste... Bastante diferentes a cuanto suelo hacer en fotografía de paisaje.
Pero al final, gracias a unos troncos que había por allí, no puede menos que hacer alguna foto más de mi estilo, en caso de tenerlo... Creo.