Nos habíamos quedado en el mirador de Añisclo, con la intención de seguir haciendo fotos... y pensamos en bajar al Cañón, antes de que el Sol llegase al cauce del río. Y aprovechar para pasear por semejante escenario... realmente hermoso rincón del Pirineo.
También son buenos momentos para desconectar del gran paisaje y dedicarse a buscar encuadres tan íntimos (a diferencia de los grandes paisajes), que son casi imposibles de repetir, ya que los demás apenas los llegarán a "ver". No porque no tengan la mirada entrenada ni tonterías de ésas. Sólo que cada uno tiene una forma de mirar.
En muchas ocasiones, Enrique o Gorka, pasan por mi lado con cara de "qué estará fotografiando éste?" jaaaaajaja. Y viceversa. Y ésa es la gracia de este tipo de fotos que son más personales.
Va llegando el Sol al cauce del río y busco un rincón en sombra. Ya he perdido de vista a mis compinches... y cuando llego al sitio que vi de lejos, me encuentro allí a Gorka, jaaaaajaja. Es curioso... será que no es grande el cañón, para acabar los dos en el mismo rincón.
Y como si de un agujero negro se tratase, allí nos encontramos con el mayor remolino que he visto nunca, y jugamos con todos los cacharros, focales, filtros, velocidades, etc... De todas formas, al final... la foto que más me hace cosquillitas es la que le hice a Gorka fotografiando el remolino.
Las fotos del remolino aislado son curiosas, llamativas... Pero en la que sale el compañero, te arrastra, se crea un "vínculo" de emociones con el personaje de la foto... y de repente, sientes el remolino como algo mucho más real, más próximo.
El espectáculo se acaba cuando llega el Sol. Y nos buscamos la vida en otro rincón... Y parecemos animales acorralados, jaaaaajaja. Huyendo del Sol...
Ésto me recuerda una conversación con el guarda de la entrada del Parque Nacional... Como nos ve con los trípodes y las mochilas fotográficas, de seguida nos dice que nos acerquemos a la cascadas del Aso, que les da el Sol. Justo en ese momento, Gorka y yo nos miramos con complicidad. Seguro que NO nos acercaremos a la cascada, a la luz del Sol.
Como si fuera una clave secreta "éste no es de los nuestros", jaaaaaaajaaaja.
Me encanta la textura y colores de esta roca, moldeada por el agua, las fotos quizás puedan parecer que tengan un revelado forzado, pero tienen los mismos ajustes de mis fotos... No obstante, y me di cuenta ya tarde... mejoraban mucho si las mojabas... comparar el primer plano de la foto anterior y la siguiente... un poquito de agua. Simplemente.
Y Enrique que no aparece, y ya no puede quedar ningún otro rincón en sombra en todo el Cañón... y dónde se habrá metido este hombre?... Ya es la hora de comer, y queremos dormir un ratito antes de la sesión de la tarde... que aún nos esperaba una buena paliza...
También son buenos momentos para desconectar del gran paisaje y dedicarse a buscar encuadres tan íntimos (a diferencia de los grandes paisajes), que son casi imposibles de repetir, ya que los demás apenas los llegarán a "ver". No porque no tengan la mirada entrenada ni tonterías de ésas. Sólo que cada uno tiene una forma de mirar.
En muchas ocasiones, Enrique o Gorka, pasan por mi lado con cara de "qué estará fotografiando éste?" jaaaaajaja. Y viceversa. Y ésa es la gracia de este tipo de fotos que son más personales.
Va llegando el Sol al cauce del río y busco un rincón en sombra. Ya he perdido de vista a mis compinches... y cuando llego al sitio que vi de lejos, me encuentro allí a Gorka, jaaaaajaja. Es curioso... será que no es grande el cañón, para acabar los dos en el mismo rincón.
Y como si de un agujero negro se tratase, allí nos encontramos con el mayor remolino que he visto nunca, y jugamos con todos los cacharros, focales, filtros, velocidades, etc... De todas formas, al final... la foto que más me hace cosquillitas es la que le hice a Gorka fotografiando el remolino.
Las fotos del remolino aislado son curiosas, llamativas... Pero en la que sale el compañero, te arrastra, se crea un "vínculo" de emociones con el personaje de la foto... y de repente, sientes el remolino como algo mucho más real, más próximo.
El espectáculo se acaba cuando llega el Sol. Y nos buscamos la vida en otro rincón... Y parecemos animales acorralados, jaaaaajaja. Huyendo del Sol...
Ésto me recuerda una conversación con el guarda de la entrada del Parque Nacional... Como nos ve con los trípodes y las mochilas fotográficas, de seguida nos dice que nos acerquemos a la cascadas del Aso, que les da el Sol. Justo en ese momento, Gorka y yo nos miramos con complicidad. Seguro que NO nos acercaremos a la cascada, a la luz del Sol.
Como si fuera una clave secreta "éste no es de los nuestros", jaaaaaaajaaaja.
Me encanta la textura y colores de esta roca, moldeada por el agua, las fotos quizás puedan parecer que tengan un revelado forzado, pero tienen los mismos ajustes de mis fotos... No obstante, y me di cuenta ya tarde... mejoraban mucho si las mojabas... comparar el primer plano de la foto anterior y la siguiente... un poquito de agua. Simplemente.
Y Enrique que no aparece, y ya no puede quedar ningún otro rincón en sombra en todo el Cañón... y dónde se habrá metido este hombre?... Ya es la hora de comer, y queremos dormir un ratito antes de la sesión de la tarde... que aún nos esperaba una buena paliza...