Hola de nuevo, aquí estamos que creo que me quedé a medias de una historia...
Pero ya casi ni me acuerdo ;-)
Nos quedamos en la salida a media noche del refugio de montaña, encordados, por un glaciar descarnado de nieve. Con muchas grietas pero poco peligroso, justo por la falta de nieve.
El itinerario nocturno nos lleva a través del hielo, bordeando, saltando grietas, metiéndonos en ellas por un lado y saliendo por el otro... pasando por puentes de nieve y/o hielo que ponen los pelos de punta. Grietas de esas en las que cabría un avión...
Y en medio de la noche recuerdo mi primer contacto con un glaciar alpino... el vértigo intenso de asomarte a una grieta de decenas de metros... a la negrura que se esconde bajo el mundo blanco de la superficie.
También recuerdo la primera vez que me colé en una grieta, y cómo el corazón se puso a mil, y salir de ella hiperventilando, con cara de susto y de "qué hago yo aquí" ...
En esta noche, vamos hablando, a media voz... y nadie más parece seguir nuestro itinerario. De vez en cuando nos colamos en alguna grieta, hasta hacer tope con la mochila, o pararnos tirándonos hacia adelante. Y ya es como un trámite.
Llegamos aún bastante de noche a pie de vía, y no sabemos muy bien por dónde atacar la pared. Y esperamos un rato las primeras luces del día.
Tres tiradas de hielo durísimo, viejo, más tarde ya estamos en la arista, a pleno Sol...
Y nada es como tendría que ser. Apenas hay nieve, el hielo es extremadamente duro y la poca nieve que hay, blanda e inconsistente...
Y en las zonas de roca y corredores, todas las piedras, rocas y otros monstruos de piedra están sueltos y van cayendo por todos lados... Toneladas de rocas acribillan los glaciares ya muy abajo. Por suerte, al recorrer una arista, no hay peligro de que nos caiga nada encima...
Llevamos todo el día con la sensación incómoda de transitar un camino lleno de puertas que se van cerrando a tu espalda, una vez ya las has franqueado. Y después de cada puerta, las opciones son más escasas, hasta que te haces consciente de que te estás metiendo en una ratonera, y que cada decisión no hace más que complicar la situación.
Y al cabo de unas horas se nos hace evidente que no. Que no es nuestro día... O no es el día de escalar "aquello"... Y nos damos media vuelta.
La bajada es delicada, mucho. Y es de las pocas veces que me he visto sin querer estar allí arriba, mirando el glaciar a unos 500 metros más abajo... Y 500 metros son muchos, a veces.
Me ahorraré la parte melodramática de la historia, pero os diré que al cabo de unas horas, sentados en una terraza de Chamonix, lo que celebrábamos era que seguíamos vivos. Y que casi no dábamos crédito de estar enteros y de una pieza...
Y estos días así te demuestran con qué gente se pueden afrontar momentos difíciles, tensos... Que todo el mundo vale cuando las cosas van bien, y todo son risas y alegrías...
Y bueno, aún hay algo más de material de los Alpes... poco a poco, sin estresarse... que sólo han pasado unos cuatro meses de nada... O-o Jaaajaja
Pero ya casi ni me acuerdo ;-)
Nos quedamos en la salida a media noche del refugio de montaña, encordados, por un glaciar descarnado de nieve. Con muchas grietas pero poco peligroso, justo por la falta de nieve.
El itinerario nocturno nos lleva a través del hielo, bordeando, saltando grietas, metiéndonos en ellas por un lado y saliendo por el otro... pasando por puentes de nieve y/o hielo que ponen los pelos de punta. Grietas de esas en las que cabría un avión...
La cara norte de la Blanche de Peuterey era nuestro objetivo principal... Pero se quedó sin hacer, por las malas condiciones... |
Y en medio de la noche recuerdo mi primer contacto con un glaciar alpino... el vértigo intenso de asomarte a una grieta de decenas de metros... a la negrura que se esconde bajo el mundo blanco de la superficie.
Al hacerse de día nos damos cuenta de que tendríamos que haber escogido una vía de escalada de roca, no de nieve... |
En esta noche, vamos hablando, a media voz... y nadie más parece seguir nuestro itinerario. De vez en cuando nos colamos en alguna grieta, hasta hacer tope con la mochila, o pararnos tirándonos hacia adelante. Y ya es como un trámite.
Llegamos aún bastante de noche a pie de vía, y no sabemos muy bien por dónde atacar la pared. Y esperamos un rato las primeras luces del día.
Tres tiradas de hielo durísimo, viejo, más tarde ya estamos en la arista, a pleno Sol...
Y nada es como tendría que ser. Apenas hay nieve, el hielo es extremadamente duro y la poca nieve que hay, blanda e inconsistente...
Y en las zonas de roca y corredores, todas las piedras, rocas y otros monstruos de piedra están sueltos y van cayendo por todos lados... Toneladas de rocas acribillan los glaciares ya muy abajo. Por suerte, al recorrer una arista, no hay peligro de que nos caiga nada encima...
Llevamos todo el día con la sensación incómoda de transitar un camino lleno de puertas que se van cerrando a tu espalda, una vez ya las has franqueado. Y después de cada puerta, las opciones son más escasas, hasta que te haces consciente de que te estás metiendo en una ratonera, y que cada decisión no hace más que complicar la situación.
Y al cabo de unas horas se nos hace evidente que no. Que no es nuestro día... O no es el día de escalar "aquello"... Y nos damos media vuelta.
La bajada es delicada, mucho. Y es de las pocas veces que me he visto sin querer estar allí arriba, mirando el glaciar a unos 500 metros más abajo... Y 500 metros son muchos, a veces.
Al llegar al muro de roca, después buscar el itinerario durante horas, abandonamos... |
Me ahorraré la parte melodramática de la historia, pero os diré que al cabo de unas horas, sentados en una terraza de Chamonix, lo que celebrábamos era que seguíamos vivos. Y que casi no dábamos crédito de estar enteros y de una pieza...
Y estos días así te demuestran con qué gente se pueden afrontar momentos difíciles, tensos... Que todo el mundo vale cuando las cosas van bien, y todo son risas y alegrías...
Y bueno, aún hay algo más de material de los Alpes... poco a poco, sin estresarse... que sólo han pasado unos cuatro meses de nada... O-o Jaaajaja
Buen relato apoyado de imágenes bastante ilustrativas ... molan estas historias y más cuando tienen buenas imágenes
ResponderEliminarY bien reposado todo, tanto la historia como las fotos... :-D
EliminarFenomenal historia, un testimonio que transmite perfectamente lo que se vive ahí arriba. Enhorabuena.
ResponderEliminarSi que son diferentes las cosas allá arriba... más simples. Saludetes!
EliminarEstá claro que conmigo y algún otro no puedes afrontar momentos difíciles...
ResponderEliminarAsustado me quedo si tu dices que pasaste miedo!
Miedo no es la palabra, jaja, pero lamentaba no haber hecho testamento, jaja.
EliminarLa verdad es que sí fue durillo el día...
Pero después de cuatro meses... y bueno, en el bar del pueblo, ya se veían las cosas de otra manera, jaajaja
Reconozco que esperaba con cierto morbo la segunda parte del relato !!!! y me alegro muchisimo que todo acabara en un relato morboso.
ResponderEliminarDe la primera destacar como esos paquetes de merengue que cuelgan, desafian la universal ley de la gravedad. Me parece dificil entender que os metais por esos sitios. Ahora la pregunta del millón, ja ja ja: que buscais allí ???? paradojicamente; vivir ??? Curiosa paradoja !!!!
Un abrazo
Jaja.
EliminarPues lo que buscas allí arriba... no creo que lo sepamos con seguridad.
Pero sí que sé qué encuentras. Actividad física, contacto con la naturaleza, compañerismo, conocerte a ti mismo, ver la vida humana con perspectiva...
Allí arriba la vida es muy simple, aunque siempre he pensado que en realidad no es vida humana.
En fin, y que mola mogollón, jaaaaajaja
Me has puesto los pelos de punta...
ResponderEliminarMe imagino que lo VIVO que te tienes que sentir después de una de éstas es lo que te hace volver a repetir...
Cuidatémele!!!!!
Un abrazote,
Ya me cuido, ya.
EliminarY si, te sientes vivo allí arriba, y sobretodo, cuando vuelves al mundo de las personas... :-D
Aunque la rata alpina la tengo algo cansada, también... jaja, pero está renaciendo la fotográfica... A ver si es verdad... 8^)
Si que tienes ratas macho, como se te despierte tambien la de la pintura, te van a faltar horas !!!
EliminarMe alegro que todo acabase bien, ahora a olvidar lo malo y a vivir el presente con positividad. Las fotos son muy ilustrativas y si dices que aún te queda más material que mostrar, esperaré impaciente esa tercera entrega.
ResponderEliminarSaludos!
Juan Ángel
Pues sí que tengo bastantes fotos todavía, y otro material pendiente de publicar en el blog... En breve más, que se me ha pasado un poco la desidia de currar en el blog.
EliminarSaludos!
HOLA
ResponderEliminarBUENAS SENSACIONES...SI LAS PUEDES CONTAR...JEJE
ESTUVE EN LA A/ DE MIDI... Y AL VER LA CRESTA POR DONDE BAJABAN AL GLACIAR YA ME DABA REPELUSSSS...
SALUT
JOAN
Impressionant crònica Antonio!
ResponderEliminarTens tota la raó... has de saber amb qui compartir aquests moments allà dalt, enmig d'una paret o cresta i 500m de caiguda lliure esperant el més petit descuit. També és veritat que el temps ho filtra tot i et deixa els bons records i les ganes de tornar a compartir aquestes sensacions.
No m'explico com vas poder fer aquestes fotos amb el "percal" que us vàreu trobar!
Me alegro de que todo acabara bien (o no mal) lo importante es volver, luego está lo de pasarlo bien y todo lo demás. Esos tomos de nieve parecen decir: pasa por debajo si tienes huevos, que te vas a enterar. Espeluznantes, vaya, y la lluvia de piedras, una lotería. En fin, me vuelvo a alegrar de que nos lo puedas contar y todavía te queden ganas. Estos fregados son los que más enseñan lo que no está escrito. Un abrazo.
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