martes, 16 de octubre de 2012

El aire fino de los Alpes

Bueeeeno, pues aquí estamos de nuevo.

Que tengo muy abandonado mi blog... Pero es que salgo poco, y con otros proyectos. En fin.
Que muchas gracias a los que os habéis interesado por si seguía vivo, jaaaajaja.
Si, soy yo. O quizás pase como en las pelis... que un nuevo personaje aparece a ocupar el puesto de Salvador de la Libertad que quedó vacío...

En fin, tonterías aparte, os quería mostrar parte de lo que he estado haciendo este verano...


Hacía unos meses que un amigo me propuso escalar una de esas vías míticas de los Alpes... Imposible negarse, teniendo el tiempo, y las ganas!


Total, que nos ponemos en marcha. Yo voy algo preocupado por un esguince en el tobillo que no se me acababa de curar del todo, pero con las botas rígidas de alpinismo confiaba en que no me doliese demasiado... jaaaajaja.


Como muchas aventuras en los Alpes, todo empieza con mucho calor (vestido de montaña), con una pesada mochila a la espalda, y rodeado de turistas en un teleférico...


Los turistas se quedan en las estaciones superiores, pero las mochilas y el calor nos acompañan durante la aproximación al refugio...


Y de nuevo, el aire fino de los Alpes!


En este refugio casi nunca he podido dormir bien, pero por las vistas que tiene, vale muy mucho la pena.
Al caer la tarde, asomados al porche del refu, ver cómo van cambiando las luces. Cómo baja la temperatura. Cómo llegan cordadas con cara de satisfacción, de derrota, de plenitud, de miedo, de felicidad...


Y al caer la noche ya has cenado, te hidratas, piensas en la salida a media noche, en cómo será la vía de escalada, en si habrá muchas grietas o el hielo estará muy duro... Se mezclan los nervios por los peligros y condiciones de la escalada y de uno mismo, con la ansiedad de empezar la actividad.


Y ciertamente, la aventura empezará bien pronto... a la una de la noche sonarán los despertadores, y en el rumor silencioso de sacos de dormir, cremalleras, mochilas, el baile luminoso de los frontales despertando a los remolones...


Y de nuevo presenciaré, y formaré parte, de uno de los "rituales" más hermosos que haya visto nunca. Una procesión de luces que se aleja en la negrura de la noche, con tintineo metálico de mosquetones, tornillos de hielo, piolets y crampones. Una línea que se dirige silenciosa, cada integrante de cada cordada en su mundo, hacia sueños comunes, compartidos sólo hasta cierto punto, ya que cada uno busca cosas diferentes. Incluso hay quien no sabe lo que busca...


En caso de que se busque algo allá arriba...